lunes, 22 de diciembre de 2008

INFORMACIÓN GENERAL: Historia y Actualidad del VIH/SIDA



En 1.981 aparece
una nueva enfermedad epidémica. Su fulminante desarrollo provoca rápidamente una gran inquietud. Los investigadores, a pesar de aprender prontamente a reconocer el mal, a distinguir sus fases y modos de transmisión, permanecen impotentes ante su avance.
Desde este punto de vista, el SIDA se añade a las grandes catástrofes de la salud. Sin embargo, la nueva enfermedad golpea a una sociedad que se consideraba a salvo de este tipo de amenazas. Por otra parte, el virus y su particular modo de transmisión provocan profundas angustias.

¿El “Cáncer De Los Homosexuales”?
Los computadores del Centro para el Control de Enfermedades, organismo que centraliza toda la información relativa a la salud pública en los Estados Unidos, dan las primeras señales de alarma en 1.981. Según éstos, en Los Ángeles se produce un consumo anormalmente elevado de un medicamento destinado al tratamiento de las enfermedades causadas por la mosca tsé – tsé. Curiosamente, se trata de una droga utilizada para sanar infecciones respiratorias bastante poco comunes, agrupadas bajo el nombre de neumocistosis. Además, la causante de estas infecciones es, por lo general, una bacteria que es inofensiva para el hombre. Poco después, aparecen 200 nuevos casos de neumocistosis en Nueva York. Por otra parte, 26 casos de un cáncer de la piel sumamente escaso y que sólo se da en ciertas regiones de África, son registrados en Nueva York. Al observar los enfermos se realiza un primer descubrimiento: se trata, en su gran mayoría, de homosexuales. La prensa amarillista no tarda en tomar conocimiento de la noticia y se refiere al “cáncer de los homosexuales”.

Los primeros tanteos de la investigación
El desarrollo de enfermedades debido a bacterias hasta ahora inofensivas hace pensar en una disminución del sistema inmunológico. Se le asigna entonces un nombre a la enfermedad: “Síndrome de inmunodeficiencia adquirida” o SIDA. El término síndrome permite señalar un conjunto de signos y síntomas cuya causa no ha sido claramente identificada.
Las primeras investigaciones se encaminan hacia la población homosexual masculina. Pero la población heterosexual no tarda en ser contagiada. Además, el número de datos muestran que se trata de una epidemia. Por deducción se llega a dos factores principales: las relaciones sexuales y la sangre.

El descubrimiento del virus
¿Virus o bacteria? En un comienzo, esa es la pregunta que se hacen todos. Rápidamente se impone la primera hipótesis: sólo falta identificar claramente de qué virus se trata.
En 1.983, el equipo francés del profesor Luc Montagnier que trabaja en el Instituto Pasteur, descubre el responsable del SIDA. El año siguiente, el equipo norteamericano del profesor Gallo llega a las mismas conclusiones que el célebre laboratorio francés. Durante años, franceses y norteamericanos se enfrascan en la disputa por la paternidad del descubrimiento. El asunto en juego son las regalías por los millones de test de diagnóstico que son puestos en el mercado. El agente de lo que progresivamente toma la apariencia de una epidemia mundial es un “retrovirus”, virus de un tipo muy particular que se inserta en la carga genética de las células. Es bautizado como HIV, que en castellano corresponde a VIH., o sea, virus de inmunodeficiencia humana.

HIV, ¿de dónde vienes?

¿Cuáles son los medios por los que se desarrolló y transmitió esta epidemia? Al interrogar a los enfermos se hace posible observar las circunstancias con mayor claridad. El caso de un asistente de vuelo homosexual de origen norteamericano ocurrido a principios de los años ’80 es llamativo. Su carnet de vuelo permite conocer todas sus escalas y encuentros. De este modo, se puede observar cómo infectó a sus parejas a lo largo y ancho de Estados Unidos. Esto explica en parte el desarrollo de múltiples focos de la enfermedad. En cuanto al verdadero foco de origen, pareciera ubicarse en África. En la mayoría de los primeros afectados, la infección tuvo lugar allí. En Francia, un taxista de origen portugués veterano de la guerra de Angola, sirvió para seguir el rastro de la enfermedad.
El virus tendría dos orígenes posibles: por una parte, se señala a una especie de simios de numerosa presencia en África central, que habrían transmitido el mal a través de una mordedura. Por otra parte, también podría tratarse de un virus humano hasta entonces poco desarrollado, que habría mutado debido a la aceleración de su transmisión. Cualquiera que haya sido el origen, no cabe duda que fue en la actual República Democrática del Congo, alrededor de 1.975, donde la enfermedad adquirió forma de una epidemia. Ésta habría alcanzado América del Norte a partir de 1.979 a través de Haití y Miami, zonas de libre intercambio homosexual donde se reunían numerosas personas venidas de la costa oeste y de Nueva York.

El Programa Mundial de Lucha contra el SIDA

En 1987 la Organización Mundial de la Salud (OMS) organizó el Programa Mundial de Lucha contra el SIDA cuyo primer director fue el Dr. Jonathan Mann. Este programa comenzó con tres expertos y en el transcurso de un año convocó a más de doscientos especialistas y desarrollaba programas nacionales en todos los continentes.
A pesar de todos esos esfuerzos, cincuenta millones de personas se infectaron con el VIH y alrededor de treinta millones de ellos murieron por que desarrollaron el sida.
El propio Dr. Mann señaló las dificultades que tenemos los humanos para tener una mirada más compleja sobre los fenómenos que nos afectan y no reducirla a aspectos puramente irrelevantes.

Las tres epidemias

En 1988, el Dr. Mann describe tres epidemias:
1) Silenciosa, las personas que viven con VIH, muchas de ellas sin saberlo.
2) Estride, las personas que viven con sida
3) Sociales, ya que la presencia del VIH/SIDA trae aparejadas consecuencias sociales en una comunidad.
La clasificación del Dr. Mann se destaca por que fue la primera vez que se reconoció como epidemia algo de índole social.

La Actualidad

Aunque los científicos descubren progresivamente el origen y las causas de la enfermedad, logrando analizar su evolución, permanecen impotentes ante su solución. Una persona puede ser contagiada por vía sexual o sanguínea, allí se convierten en seropositivos (los resultados positivos del test indican la presencia del virus, el cual puede ser transmitido por la persona infectada). Pero las personas viviendo con el VIH no enferman: durante muchos años el virus que portan permanece dormido (el período varía según los individuos). En el momento en que el virus comienza a destruir el sistema inmunológico es cuando comienza la enfermedad; el SIDA propiamente tal. Incapaz de defenderse, el cuerpo se hace vulnerable a todos los microbios y el más mínimo resfrío puede convertirse en algo mortal. Los medicamentos utilizados, como el AZT, refuerzan en forma cada vez más duradera las defensas inmunológicas, pero no pueden atacar al virus en sí.
El VIH/SIDA fue uno de los problemas de salud más graves de los últimos veinticinco años. El impacto en muchos países, en particular de África, fue devastador. La pobreza es un factor influyente para la propagación del virus, y a su vez, el VIH/SIDA aumenta la pobreza.
En algunas regiones africanas hay más huérfanos de padre y madre a causa del SIDA que niños con uno o los dos padres. Uno de los motivos es que los grupos que más frecuentemente se infectan son los adultos en edad reproductiva. Es decir, el grupo más productivo económicamente, el que suele tomar las decisiones, el que debe proteger a niños y ancianos.
Los tratamientos actuales buscan evitar que las personas que viven con el VIH desarrollen SIDA. En nuestro país esos tratamientos son gratuitos. En general, los tratamientos basados en cócteles de drogas son muy caros para la mayor parte de las personas que viven con el VIH en los países pobres. Hasta ahora, la herramienta más eficaz para evitar la transmisión del VIH es la educación de todos: la población en general, los profesionales de la salud y de la educación en particular.
En un primer momento y en función de los propios condicionamientos que marca la sociedad, el problema del VIH/SIDA se redujo a algunos países o a algunos grupos sociales, como los varones homosexuales o los adictos a drogas inyectables. Este tipo de pensamiento contribuyó a instalar la ilusión de que, si no se pertenece a esos países o a esos "grupos" no se está en riesgo y, por lo tanto, no hay que prevenirse.
Sin embargo, esto no es así, ya que el VIH/SIDA puede afectar a cualquiera. Es un problema mundial que sólo puede ser resuelto con la participación de todos, animándose a enfrentar los propios prejuicios y miedos.
Actualmente, no existe una cura o vacuna contra el SIDA. La dificultad para fabricarlas radica en la velocidad de mutación del material genético del virus. En efecto, se han encontrado en una misma persona cepas del VIH distintas entre sí. Hasta el momento, el único medio para prevenir la transmisión del VIH por vía sexual es el uso correcto del preservativo durante todo el acto sexual.
Saber si uno tiene el virus permite iniciar oportunamente tratamientos mediante varias drogas combinadas que impiden el avance y la reproducción del virus en el organismo. Reducir la reproducción del virus no sólo disminuye la posibilidad de enfermarse, sino que da la oportunidad de que el sistema inumnitario reconstruya las defensas dañadas.
Este tratamiento llamado "antirretroviral" es una terapia compleja, cuyos resultados pueden variar de una persona a otra. Si la persona infectada sigue las indicaciones de los médicos y toma correctamente la medicación, logrará que se prolongue el período asintomático y mejore su calidad de vida.

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